YASUKE,
EL SAMURÁI NEGRO
LA
HISTORIA DE UN ESCLAVO AFRICANO EN MEDIO DE LA GUERRA JAPONESA
En Japón del siglo XVI, un esclavo mozambiqueño llevado por
jesuitas italianos a la tierra del sol naciente sorprendía por su imponente
físico. Tanto que el comandante militar Oda Nobunaga lo enlistó en sus filas y,
según cuentan, lo convirtió en el primer samurái negro. Sí, el verdadero Afro Samurái existió. Aquí te contamos su historia.
Era
1579 cuando el misionero jesuita Alessandro Valignano llegó a Japón, un país
que de a pocos empezaba a tener contacto con Occidente. Pero no llegó solo,
junto a él llegó un esclavo procedente de Mozambique —aunque unos cuantos digan
que pudo provenir del Congo— que por su color y contextura causó desconcierto
entre los japoneses. Se hablaba mucho de este hombre oscuro, fuerte y de 1.88
m, casi un gigante para la estatura promedio de los japoneses, tanto que el
rumor llegó a oídos de Oda Nobunaga, un importante comandante nipón.
Por
entonces se vivía el fin del Período Sengoku, una época de mucha violencia para
Japón. Nobunaga, quien había conquistado buena parte del país, fue uno de los
gestores de los 250 años de paz que vendrían después. Era conocida su obsesión
por Occidente. Incluso hay fuentes que aseguran que se convirtió al
cristianismo. Tal vez sea por ello que este esclavo, a quien se le conocía como
Yasuke, le llamó tanto la atención.
Dos
años después de su llegada, Valignano llevó a Yasuke a Kioto y fue allí que
Nobunaga ordenó que lo llevaran ante él para conocerlo. Se dice que hizo
que se desvistiera para asegurarse de que su color de piel no se debiera a
algún tipo de pintura negra. Nobunaga estaba impresionado y se aseguró de que Yasuke
quedara bajo su cuidado. Le sorprendía su japonés masticado y su fuerza, que
decían era como la de diez hombres. Fue así que este esclavo mozambiqueño se
convirtió en su guardaespaldas y, luego, en samurái.
Pero
no pasó mucho tiempo para que ambos se separaran. Un año después del
nombramiento de Yasuke, uno de sus generales lo traicionó y cercó a Nobunaga y
su gente en el templo de Honno-Ji. Las paredes ardían en llamas y Nobunaga,
rendido, se hizo harakiri. Yasuke, solo, también se rindió y el ejército rival
lo dejó ir sano y salvo a buscar el resguardo de los jesuitas en Kioto. Desde
entonces no hubo más registro de su andar.
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